Feminismo al rescate
El ansia desaforada por poseer, por consumir, por el poder nos llevaba irremediablemente a esta crisis. No nos engañemos. Quien más quien menos quería conseguir su parte en la fiesta y aquí estamos, aprendiendo sobre economía a marchas forzadas. Que nos hubieran preguntado hace un año qué era un ERE, que nos hubieran dicho hace cinco que dejáramos los créditos variables para el casino y no para las hipotecas de por vida... La globalización, tal y como la hemos vivido, nos ha dejado al borde de la ruina.
Ahora metidos en esta crisis hasta las cejas nos preguntamos qué hacer. Quizá sea el momento de buscar una solución conjunta, una que no se base en la explotación de unos por otros, en el enriquecimiento rápido a costa de los recursos que nos mantienen a todos. Quizá sea hora de pensar que el objetivo no debe ser el dinero. Que las monedas no son más que un medio, uno más entre otros posibles, de buscar la calidad de vida.
Ése es el fundamento de las teorías económicas feministas. Primar la calidad de vida sobre el lucro, el reconocimiento del trabajo como el conjunto de actividades que contribuyen al bienestar personal y social, incluyendo las actividades básicas para la reproducción social que no pasan por el mercado. En resumen, buscar el desarrollo humano sostenible. Aquí y ahora.
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